viernes, 4 de junio de 2010

La bombilla gris

Mas alla de la impaciencia digresiva debe haber algo que nos llame más la atencion que un trasfondo de inmundicia mundana, satanica y pueril, donde los elefantes dejen de gemir por un ensueño opiaceo de amalganas secretas.
Textual a lo negro de su esencia, la sinapsis de las pestes atropella un ford estacionado en doble fila y se presiente que el dolor de las señoras ya no desatina el ritmo arboreo de una consonante pasada de moda. Es en ese instante que la rutina comienza a destejer los telares de la ausencia pagana y la susodicha arpía descansa bajo cobijas de sal, en la salmuera de un ocio ficcional donde la ternera no duerme porque, como es obvio, en la estacion solo hay espectros que asustan a los niños...

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