domingo, 9 de diciembre de 2012

Erase una vez...

La caldera primitiva de la bestia
hierve en el campo de lo inútil.
Esa sensación de parabrisas estallando
en el fondo de tu retina dudosa
es la aglomeración de puntos infinitos
en la quijada de un arcángel ausente.
"No debí seguir al anciano de la capucha incendiada
ni despegarme la sangre del viento
con las lagrimas de la tierra muerta"

Cantábamos silencios en los albores de diciembre.


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